jueves, 28 de noviembre de 2013

NUESTRAS NECESIDADES Y LAS SUYAS.


NECESIDADES DE LOS ADULTO:

Con el tiempo, las formaciones extra que hacemos fuera de la escuela, la observación directo… descubres que muchas veces el día a día de nuestros niños funciona cubriendo nuestras necesidades y no las de ellos.

El ser humano por lo general vive deprisa y atado, culturalmente hablando, a unos estereotipos y costumbres, pero ¿Son realmente necesarias para los niños? ¿Les aporta algo positivo?

Las ansiedades de los adultos hacen que los niños pasen totalmente de todo aquello que hacemos pensando que ellos lo necesitan.

En la escuela, por ejemplo, las aulas “decoradas” todo bien colocado, los muñecos que dibujamos felices, la música que ponemos, el cumplimiento de las rutinas… y podría seguir…

Tenemos tantas cosas que aprender de ellos. Viven ajenos a todas esas cosas, son mucho más simples, les gusta mucho más que les observemos mientras juegan no que aprovechemos para recordar. Adoran los abrazos de buenos días al entrar al aula más el muñeco de la entrada, lo que quieren es que bailemos juntos no escuchar música, les gusta moverse, saltar, girar y gatear porque en ellos es una necesidad y no para llevarnos la contraria.

 
Viven con una sonrisa porque son felices con nuestra presencia y no necesitan más. Son capaces de satisfacer sus necesidades con el simple hecho de existir y tener libertad.

Por todo ello, quisiera transmitir a todas esas maestras, en las que me incluyo, que ellos no nos juzgaran si aún no hemos pegado los murales, si no tenemos ese CD grabado con villancicos o si nuestra clase no está ambientada cumpliendo nuestras necesidades. A ellos les basta con nuestra presencia, observación y dedicación plena, de manera individual o en grupo para crecer felices. Al fin y al cabo ¿Qué es lo que una buena maestra, padre o madre persigue diariamente?

Si estamos de acuerdo en que nuestro principal objetivo es acompañarles en su crecimiento, desarrollo y evolución no debemos olvidar nunca que para ello debe ponernos a su altura, a la altura de sus necesidades Y olvidar las nuestras.

 
Con esto no pretendo tirar por tierra todo lo que hacemos, es decir, ese gran muñeco en la puerta, la ambientación de los pasillos o el bonito mural del otoño que preparamos pensando en ellos, sino recordar que lo prioritario es el abrazo, la sonrisa, la empatía que sentimos hacia ellos. Principalmente porque ellos lo van a valorar mucho más y sobretodo LO VAN A NECESITAR MAS AMENUDO.

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